A raiz de los comentarios que deja la gente en Notodofilmfest sobre
Buen Gusto, todos con mucho respeto y con críticas constructivas, me he acordado de la introducción que escribí hace poco para el fanzine
Sinónimos de Lucro sobre ese tema.
Sinónimos de Lucro es uno de los fanzines de referencia del panorama nacional una auténtica joya
made in Galicia que no os podéis perder si os gusta el cómic underground y lo que en mis tiempos llamabamos subcultura. Por favor, si podéis haceros con él, no lo dudéis. Aquí su
página de Facebook.Y aquí os dejo el texto que escribí para la introducción de su nº2
Buenas. Soy David Galán Galindo director de cortometrajes como “El Cristal de la Eternidad”, “The King & The Worst” o “Cine Social”, lector de cómics desde que nací –con un tebeo bajo el brazo- ah, y también soy guionista de televisión (SLQH) pero eso es lo que menos importa de todo. Por alguna razón me han pedido que escriba la introducción de este número de Sinónimos de Lucro, mejor no preguntar no sea que se arrepientan, y dado que esto es un fanzine, voy a hablaros de las ventajas que yo le veo como creador a publicar en un fanzine. Os advierto desde ya, de mi tendencia a divagar…
Internet lo ha vampirizado todo. Desde follar hasta leer el periódico, ahora todo se hace por internet, sin embargo una aldea resiste ahora y siempre al invasor: los fanzines. Y yo me alegro de que sigan fieles a la grapa y el papel, porque los fanzines tienen algo valiosísimo y contra lo que no puede competir internet: La ausencia de feedback.
Vale ¿De qué coño estoy hablando? Básicamente, da gusto el poder crear algo, lanzarlo al exterior… y que viva su vida ajena a ti. Un fanzine se vende en las tiendas que sean lo suficientemente enrolladas como para ponerlo en el mostrador, en salones del cómic y por correo. Tú lo vendes, yo lo compro, y si lo amo o lo odio sólo se verá en si acudo raudo a por el siguiente ejemplar –o pido números anteriores-.
Sin embargo en la red de redes, existe la bestia negra de cualquier creador. Los comentarios. Un servicio que ofrecen casi todas las web de difusión de industrias culturales, ya sean artículos, fotos o videos, y que permiten que cualquier persona pueda decir cualquier cosa acerca de tu trabajo. Desde que eres Leonardo DaVinci redivido hasta que tu madre habría hecho un gran servicio al mundo si hubiera abortado cuando te tenía en su vientre. Y estos comentarios quedan pegados al lado de tu trabajo por siempre jamás, como el marco a un cuadro o el acné a la cara de un forero.
En principio el que cualquiera pueda opinar es algo positivo. Más que positivo, es algo grandioso, es un signo de nuestros tiempos, viva la libertad. Pero allá donde se habla de libertad, se habla de libre albedrío y surge el eterno debate entre Rousseau y Hobbes ¿El hombre es bueno por naturaleza o el hombre es lobo para el hombre? ¿Cómo se comporta el internauta ante un producto que se le ofrece sin pedir nada a cambio y del que, gracias al anonimato, puede comentar absolutamente lo que le plazca sin temor a las consecuencias? Y aún más importante ¿Qué valor tiene esa opinión?
Os voy a contar un par de cosas acerca de lo engañoso que puede ser internet, por ejemplo, ahora es muy común dar a conocer tu trabajo a través de las redes sociales. Un día me comentó Ángel Martín riendo que había puesto en twitter un link para ver mi corto The King & The Worst (2009, 20 min) y a los dos minutos alguien comentó que el corto estaba genial, que le había encantado, que era una puta maravilla. Yo sonreí, joder, que bueno, había hecho una obra maestra. Entonces me contó la gracia del chiste: un corto de 20 minutos no se puede ver en dos. Otro ejemplo, para promocionar mi último trabajo, un piloto de serie online llamado ShortCitroen.com creamos una página de Facebook para que la gente se hiciese fan, en esa página lo único que ponía –incesantemente- era un link para poder ver el piloto. A la semana ya había más de 600 fans de ShortCitroen.com en Facebook. 600. Sin embargo…el número de visitas de ShortCitroen.com era de 300. Así que la mayoría eran fans de algo que no habían visto. Fans. Y no se molestan en verlo. Si algo no me interesa lo suficiente como para verlo creo que tengo la suficiente fuerza de voluntad como para no ser fan de ello. Creo.
Pero esos al menos no suelen comentar. Es más flipante el fenómeno de los comentarios. Valga como ejemplo, el comentario que ha dejado un usuario llamado “Vaya Mierda” en ShortCitroen.com, voy a citarlo en su totalidad: “Vayaaaaa mieeeeeerdaaaaaaaaaaa”. Quizás me falte alguna vocal para que la cita sea exacta, pero creo que captáis lo que el señor “Vaya Mierda” quiso decir. Otro gran comentario es “Menudo truño. Y no es broma” en este caso firmado con otro gran nombre: “Anónimo”. Si en vez de ser un par de comentarios, fueran 5 o 6 seguidos así ¿No creéis que veríais el corto con cierta predisposición negativa?
¿Qué beneficios tiene el permitir los comentarios? ¿Aprender de las críticas? Es mentira. Los críticos no escriben en los comentarios de youtube, vimeo, daily motion o notodofilmfest. Los críticos –amateur, semiprofesionales o profesionales a más no poder- escriben en blogs, páginas web o revistas y periódicos -¿fanzines?- impresos. No al lado de la obra. No infectan a la obra en origen. El permitir los comentarios ahí –y encima anónimos y sin filtro- es como permitir a la gente hacer sus necesidades en la sala de cine. Efectivamente, que alguien haya defecado en la butaca de al lado, no afecta a la calidad intrínseca de la película. La película sigue siendo igual de buena o mala que antes de que el espectador anónimo hiciera de vientre y se fuera dejando el mojón, sin embargo, reconozcámoslo, el que haya un zurullo en la sala, afecta muchísimo a los que están viendo la película, y de hecho es muy probable que abandonen el cine entre arcadas y vómitos.
Y no nos engañemos. Todos sabemos que el que ha cagado en esa butaca es el director de la película de la sala de al lado. Gracias al anonimato y a la total falta de consecuencia de los actos que proporciona, hemos cogido un derecho genial, una oportunidad única, y la hemos convertido en una guerra de guerrillas en la que los peces gordos sobreviven –poco pueden hacer los comentarios contra la gran vorágine promocional de las grandes compañías- y los peces pequeños se matan entre ellos como pirañas.
Voy a decir otra barbaridad. En esto de los comentarios el porno nos lleva años de luz de ventaja. No verás comentarios en redtube, pornotube o yuvutu -Hala, ya os dado unas cuantas páginas para el onanismo- La gente entra a ver el contenido, no a hablar de él. A nadie le interesa lo que opines de María LaPiedra siendo doblemente penetrada por Dinio y su hermano, si quieres lo ves y si no, no, pero ¿Comentarios? ¿Para qué? ¿A quién cojones le importa lo que opines? A Dinio no. –A mi tampoco-.
Entonces, si la gente que comenta son o amigos de los que han hecho la obra –estos comentarios se detectan rápido porque no hablan del corto si no de los que lo han hecho- o de competidores sin buena fe –también se detectan rápido porque no hablan del corto, sólo insultan- o de gente que quiere dejar constancia de que ha pasado por allí pero no piensa ver la obra… el valor de esta dinámica es nulo.
Pensad que no es gente que critique sin saber, es que la mayoría critica SIN VER. Este fenómeno es tan estrambótico que tiene hasta mérito.
Hablando en plata: ¿Qué conclusiones se pueden sacar si los que comentan son amigos o no han visto la obra y/o son competidores? Quizás buenas o quizás malas… pero con total seguridad ERRÓNEAS.
Hay comentarios que son críticas sinceras y constructivas, existen y son geniales. Pero son casos tan, tan escasos… es tan alto el precio a pagar por conseguir uno sólo de ellos, que no sé si merece la pena.
¿Y cómo consiguen los fanzines librarse de estas prácticas –aparte de por la obviedad de estar en soporte físico-? En primer lugar, porque salvo colegueo o hurto (dos grandes prácticas) el fanzine te ha valido pasta, poca, pero aún así lo lees con el interés del que ha soltado un par de euros y quiere sacarlos rendimiento, y con la esperanza del que espera no haber sido timado. Se valora, porque te ha costado. Makinavaja hablaría aquí de la diferencia entre ligar o irse de putas, yo como no manejo el tema, hablaría de que no se juzga igual una película descargada de internet, que una que se ha ido a ver al cine. Y en segundo lugar porque el fanzine, y esto es una maravilla, suele pasarse en mano por gente que ha participado en él. Ves a una persona de carne y hueso que te está dando su trabajo, ves y valoras que está ahí al pie del cañón. En internet la gente piensa que las obras han salido de la nada y por tanto están más que legitimados para destrozarlas.
Las consecuencias de esta cultura de la lapidación impune sólo podemos sospecharlas. Yo creo que va a provocar una generación de creadores con grandes neuras, afectados por críticas no veraces –tanto positivas como negativas- y que pueden desembocar en autores con un gran afán de gustar a todo el mundo para ser aceptado por toda esa masa internauta –lo cual no hará si no restarle valor y autenticidad a su trabajo- o autores que se rindan ante la marabunta y dejen de producir. En resumen hemos conseguido huir de la influencia de los mass media para caer en las redes de los comment media, y como pasaba con la influencia de los primeros, el que no se amolde a sus normas no sobrevivirá.
Yo aún así, prefiero seguir luchando, como los fanzines, resistiendo. Esperemos sobrevivir. Y si no, bueno, pues tocará pensar un pseudónimo ofensivo y poner a parir a todos los demás. ¡Viva el feedback!
David Galán Galindo
www.galsoloproducciones.blogspot.com